viernes, 18 de marzo de 2011

"República, siempre república" Clara Campoamor, la mujer olvidada.

Clara Campoamor fue una política española, defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio universal en España, logrado en 1931. Nació en el seno de una familia madrileña.
Después de desempeñarse en varios oficios, entre ellos el de telefonista, sacó plaza de funcionaria en Correos. Entró a trabajar en el periódico maurista 'La Tribuna' como secretaria del director, un puesto que le permitió conocer gente y donde comenzó a interesarse por la política.
En 1920 se matriculó como estudiante en la escuela secundaria y luego en la Facultad de Derecho, donde obtuvo un título en sólo dos años. A los 36 años se convirtió en una de las pocas abogadas españolas y de inmediato comienza a ejercer su profesión.

Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo Socialista de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias. Pero nunca se incorporó al partido ni aceptó la colaboración de este con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Creó la Asociación Liberal Socialista, pero la dejó cuando no pudo conseguir su definición republicana. Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.

Formó parte de la Comisión Constitucional integrada por 21 diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.

La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos no querían que la mujer votase porque se suponía que esta estaba muy influenciada por la Iglesia y estaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y Campoamor fue superior. Finalmente, la aprobación del sufragio femenino se logró con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del PSOE -excepto el sector encabezado por Indalecio Prieto- y algunos republicanos.

En 1933 no renovó su escaño, y en 1934 abandonó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias. Pero cuando ese mismo año, intentó (con la mediación de Santiago Casares Quiroga) unirse a Izquierda Republicana (fusión de radicalsocialistas, azañistas y galleguistas), su admisión fue denegada. Entonces escribió y publicó, en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.

Al estallar la guerra civil se exilió y, en 1937, publicó en París La revolución española vista por una republicana. En 1955 se instaló en Lausana (Suiza), y trabajó en un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en el olvido, en abril de 1972.

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